Un reloj que se ha desenvuelto en los escenarios como un guardatiempo elegante, ha traspasado con genialidad y fluidez la línea del tiempo de la industria relojera. Hoy, a propósito del festejo del 150 aniversario de Piaget presenta la más pura interpretación del Polo original lanzado en 1979.
La era del cuarzo, las casas relojeras tenían que hacer algo para reinventarse y sobrevivir a momentos difíciles para la relojería mecánica. Es en 1979 cuando Piaget presenta por primera vez un reloj elegante hecho en oro macizo con 132-136 gramos de oro. La propuesta era variada, cajas redondas y cuadradas y en diferentes dimensiones. El diseño era sin duda único en el mercado, no había algo parecido.
Un modelo animado por el nuevo calibre de cuarzo 7P, una tecnología diferente para aquella época, aún si el mecanismo era de cuarzo. Piaget ya gozaba de una buena reputación por crear relojes confiables y elegantes, esta vez no decepcionó a nadie.
Piaget conocía a sus clientes, se comprometía con ellos a tal punto que entendió que iban cambiando, sus gustos y estilo de vida perfilaba ahora por nuevos rumbos, esa casa relojera respondía a la demanda y como en aquel momento dijera Yves Piaget:
“Ahora a nuestros clientes les gusta hacer cada vez más deporte. Eso forma parte de la evolución de nuestras vidas actuales. Quieren ser exquisitos, incluso en el deporte. Quieren llevar un reloj mejor, incluso en sus deportes. Así que creamos esta línea deportiva que es resistente al agua y a los golpes”.
Era el momento del cuarzo, el Polo se convirtió en un reloj chic, sus cualidades lo hacían reconocible, ultrafino, elaborado en diseño y con el cuidado al detalle que la marca de lujo dominaba. Era, un reloj de simetría irresistible, simplemente… “Piaget Polo”.
El deporte de élite portaba relojes de elegante diseño y materiales que se mostraran en la muñeca. La Sociedad Piaget reconocía el encanto, tanto que por muchos años el Polo acompañaba a la Nancy Reagan, esposa del expresidente de Estados Unidos Ronald Reagan.
Relojes deportivos dotados de elegancia fueron un sello distintivo en la década de 1970, Nautilus, Royal Oak, Ingenieur de IWC, consolidados en el segmento, todos lanzados en acero, no había nada como el Polo de Piaget, un reloj de diseño moderno de principio a fin y hecho en oro.
Yves Piaget, gran aficionado a la hípica, cristalizó su amor por los caballos y la alta sociedad en un reloj que se convirtió en emblema del glamour de los años ochenta. El Polo de Piaget se encontraba a gusto tanto en los clubes nocturnos de Nueva York (Regine’s, Studio 54, etc.) como en los clubes de polo de Palm Beach.
Un reloj que abrazaba la muñeca con un brazalete sutil y ergonómico que se deslizaba a través de eslabones pulidos y eslabones cepillados, una muestra de maestría de Piaget que se resistía a la renuncia de lujo y exclusividad. Se conoció como “el reloj deportivo definitivo del mundo”.
Diseño excepcional y muy elaborado.
Piaget ya se conocía por sus movimientos ultraplanos, tanto mecánicos como de cuarzo. En 1976, Piaget había lanzado el famoso 7P, en aquel entonces el movimiento de cuarzo más plano del mundo, que equipaba los primeros Piaget Polo. A principios de la década de 1980, fue sustituido por el 8P, aún más delgado, de 1,95 mm. Pero el célebre calibre mecánico 9P también se utilizó en algunos modelos del Piaget Polo. La popularidad del modelo fue tal que pronto apareció en una gran variedad de variantes: redondo, cuadrado, engastado, oro bicolor, sólo hora, calendario perpetuo… incluso con correa de piel.
En esta ocasión Piaget nos trae de vuelta el Piaget Polo 79, con sutiles actualizaciones pero fiel casi en su totalidad del diseño original. Esta vez se presenta con calibre automático, el ultraplano 1200P1, que puede admirarse a través del fondo de cristal de una caja ligeramente agrandada hasta los 38 mm.
Sigue siendo en oro de 18 quilates y con el mismo espíritu de reloj deportivo elegante.
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