Longines y el mundo del esquí, una combinación tan obvia que es casi difícil imaginar el uno sin el otro.
Pero si hoy podemos mirar los resultados de cada carrera sabiendo información fundamental para comprender la dinámica exacta,como la medición continua y en tiempo real de la velocidad, aceleración y desaceleración del atleta, el tiempo requerido para alcanzar los 100 km / el análisis de salto, es gracias a un viaje que comenzó hace más de un siglo.
De hecho, fue en 1878 cuando la casa del reloj de arena alado produjo su primer movimiento cronógrafo.
Un saber hacer que será fundamental unos años más tarde, en 1924 cuando, tras la llegada de las competiciones internacionales de esquí alpino, la Maison es llamada a ocuparse de este deporte en una competición militar celebrada en Saint-Imier, sede de la manufactura.
Todavía estamos en los albores de la historia del cronometraje: calcular el tiempo entre la salida y la llegada de cada esquiador sigue siendo extremadamente difícil, a veces aleatorio, y todo se hace estrictamente a mano.
Pero la obstinación de Longines por la precisión y el deseo de superar nuevos desafíos técnicos no tardó en dar sus frutos: en 1937 estudió un sistema de cronometraje mediante el cual los cronógrafos se activan electrónicamente con resultados cada vez más cruciales.
En 1945, en Crans-Montana (Suiza), se instalaron sus primeras puertas de salida de haz fotoeléctrico, que luego se utilizaron para los Campeonatos del Mundo de Aspen en 1950 para conocer las horas de salida y llegada de un competidor.
La historia y Longines no se detiene: en 1951, se presentó el Chronoson Longines, un sistema de arranque de audio conectado al temporizador de arranque, que cuenta los segundos antes de la salida.
En 1956, Longines introdujo el cuarzo para cronometrar la Copa del Mundo en St. Moritz (el equipo se había desarrollado varios años antes, pero el organismo de supervisión oficial tenía dificultades para confiar en este revolucionario sistema de precisión).
Desde 1963, las bondades de estas tecnologías llegan también a la pantalla chica, donde se muestran tiempos intermedios, resultados, velocidades máximas alcanzadas y clasificaciones durante la carrera: elementos fundamentales para que un público cada vez más amplio se apasione por el mundo del esquí.
Un amor que Longines sigue reviviendo con la búsqueda de nuevas soluciones tecnológicas: por último, en orden cronológico, el Longines Live Alpine Data, presentado en 2017 durante el Campeonato del Mundo de Esquí Alpino en St. Moritz, que ofrece toda la información de la que hablamos en el comenzando gracias a un chip adjunto a la bota del esquiador equipado con radar y sensor de movimiento.
Pero también gracias a relojes capaces de llevar la emoción del cronometraje a la muñeca, como el nuevo Longines Spirit, un cronógrafo con un movimiento automático exclusivo certificado por Cosc, con rueda de pilares y espiral de silicona.
La caja de acero de 42 mm está protegida por un cristal de zafiro abovedado y combinada con una correa de piel y remite, con su diseño, a las grandes aventuras y descubrimientos realizados en más de un siglo de historia.