La conexión especial entre Snoopy y la NASA comenzó en la década de 1960, cuando Charles M. Schulz comenzó a crear tiras cómicas que representaban al adorable perro en la luna.
Esas animaciones capturaron el entusiasmo del público sobre las aventuras de Estados Unidos en el espacio y establecieron a Snoopy como un símbolo de exploración.
En 1968, cuando la NASA fue en busca de una “cara” para su programa de seguridad, Snoopy fue la elección obvia. No solo actuaría como un “perro guardián” de seguridad, sino que representó el éxito total de la misión, al tiempo que mantuvo las cosas ligeras en situaciones graves.
De hecho, Snoopy se volvió tan querido por los propios astronautas de la NASA que crearon un premio muy prestigioso en su nombre. Diseñado por Charles M. Schulz, el Silver Snoopy Award representa al beagle con un traje espacial y su famosa bufanda Flying Ace.
El premio es presentado por los propios astronautas y se otorga a personas o empresas que creen que han contribuido significativamente al “éxito de las misiones de vuelos espaciales tripulados”. Ser reconocido personalmente por las tripulaciones de vuelo de esta manera se considera un honor muy estimado dentro de la industria. Desde 1968, no se le ha otorgado a más del 1% de los beneficiarios elegibles, lo que demuestra lo raro y especial que es.
El relojero suizo había sido un apoyo inestimable para la NASA desde que el OMEGA Speedmaster fue declarado “vuelo calificado para todas las misiones espaciales tripuladas” en 1965. Posteriormente, todos los astronautas confiaron en el cronógrafo durante algunas de sus horas más importantes, e incluso se convirtió en el primer reloj usado en la luna en 1969.
Pero fue la misión Apollo 13, en 1970, la que mejor representa la precisión crítica de OMEGA y la “seguridad” que se le confió a Snoopy.
Cuando un tanque de oxígeno explotó a bordo, solo dos días después del lanzamiento, la tripulación se trasladó rápidamente al Módulo Lunar. Esta nave, sin embargo, no fue construida para soportar a tanta gente durante tanto tiempo. Por lo tanto, para conservar energía, los astronautas apagaron casi toda la energía, dejando obsoletos sus temporizadores digitales.
El Apolo 13 enfrentó muchos desafíos serios durante los próximos días, mientras la NASA trabajaba día y noche para superar la situación cada vez más volátil. Sin embargo, fue en las etapas finales cuando se pidió la excelencia mecánica de OMEGA. Debido a que la misión se había desviado de su curso previsto, significaba que el módulo volvería a entrar en la atmósfera de la Tierra en el ángulo incorrecto y volvería al espacio sin posibilidad de recuperación.
Por lo tanto, para reajustar manualmente el rumbo de la nave, se requirió una combustión exacta del motor de 14 segundos.
Simplemente no había lugar para el error. Sin sus temporizadores digitales, la tripulación dirigida por el comandante James Lovell, utilizó sus cronógrafos OMEGA Speedmaster para medir el tiempo de combustión. Para gran alivio, la maniobra funcionó a la perfección y, finalmente, el 17 de abril, el Apolo 13 regresó sano y salvo a la Tierra.