Historias de Cartier, de las más hermosas de la relojería y joyería. De vuelta un modelo de 1928, Tank à Guichets, diferente, desafiante en cuanto a construcción. Cuatro versiones limitadas que presentó la marca de lujo en la ventana de la relojería más importante: Watches & Wonders.
En el corazón palpitante de la Place Vendôme, donde la elegancia parisiense se une a la audacia creativa, los archivos de Cartier resguardan un tesoro invaluable: las historias silenciosas de relojes que han inscrito su imprenta inconfundible en la cronología de la relojería. Cada diseño, cada innovación, cada pieza que emana de estos venerables registros no es solo un objeto; es un fragmento de un legado, un testimonio de la visión que ha llevado al mayor éxito a la Maison durante más de 165 años.
La nueva edición, Cartier Privé, ha traído de vuelta al clásico Tank à Guichets, y es una confirmación de que el pasado sigue vivo y presentando inspiraciones para el presente, abriendo una nueva y fascinante ventana a las historias que yacen dormidas en el corazón de Cartier. Como he mencionado anteriormente, la magia es ese hilo invisible pero ineludible que acompaña todo el proceso creativo de la casa.
Esa alquimia donde el valor se combina con la sublimación de las formas que, al final, da vida a ese reloj que trasciende su papel de maquinaria hasta convertirse en una obra de arte en movimiento. La coagulación de esa dinámica de cambio encuentra una forma más reciente en la colección Cartier Privé: un homenaje anual a los relojes icónicos que cambiaron a la empresa en un lugar de referencia. Después de la Tonneau, la Tank Normale y la Tortue, el enfoque estuvo en una rareza fascinante de 1937: el Tank à Guichets.
El Tank à Guichets no es un reloj cualquiera; fabricado por primera vez en 1928, la misma concepción del reloj desafió la convención al presentar una forma numérica de la hora en lugar de las manecillas giratorias. Para una comprensión visual, imagine el mismo reloj, expuesto a una generación que bailaba en círculos con las agujas; Es difícil expresar con palabras cómo la creación de un reloj con la menor cantidad posible de ventanas para mostrarle las horas y los minutos mostraba la hora con gracia y futurismo.
«Seis años después del Tank Louis Cartier, Louis Cartier fue un paso más allá en su búsqueda de la pureza con el Tank à Guichets. La hora se visualiza únicamente mediante dos aperturas en la caja. La carátula tradicional se sustituye por un único volumen: la caja, íntegramente elaborada en oro, de líneas sobrias y proporciones milimetradas. Con un mecanismo de horas saltantes y minutos continuos en el disco, la sofisticación de la técnica relojera está al servicio de la estética, como siempre en Cartier», Pierre Rainero, Director de Imagen, Estilo y Patrimonio.
Esto fue un paso audaz no solo para Cartier en términos de demostrar la amplitud de su capacidad de innovación técnica, sino también su maestría para poner significativamente la mecánica al servicio de un diseño visionario. Sumergirse en los archivos de Cartier es como abrir un cofre lleno de secretos. Cada cuadernillo amarillento y polvoriento, cada nota manuscrita, cada fotografía descolorida cuenta una historia. La historia de un equipo de diseñadores y artesanos impulsados por la visión de una sola dimensión.
La historia de una época de creatividad extremadamente alta, cuando la dirección de la art déco apenas se fundió con la búsqueda de nuevas formas de autoexpresión. La historia de los clientes famosos que eligieron estos relojes para destacar sus propias situaciones simbólicas, convirtiendo cada imagen en un conjunto de emociones. Tank, nacido en 1917 y copiado de la inmediata forma de los tanques de la Primera Guerra, se convirtió en seguida en un ícono y se adquirió por Andy Warhol y Jacqueline Kennedy Onassis y Clark Gable.
El diseño rectangular del reloj, con sus dos asas laterales (brancards) integrándose perfectamente en la caja, estableció un nuevo canon estético. El Normale, con sus proporciones clásicas, encarnaba la sobriedad y la elegancia atemporal. El Tonneau, con su forma curva y sensual, desafiaba abiertamente la autoridad de las líneas rectas. El Tortue, con su corte en forma de concha, ponía de manifiesto la predisposición de Cartier a trabajar con las formas “orgánicas”.
En ese clima audaz y experimental, mientras tanto, el Tank à Guichets se elevó como la apuesta radical adicional. Leyendo la hora en términos numéricos , no era simplemente un nuevo punto de partida, sino también un ejercicio de audacia: Cartier no tenía temor de liberarse del enfoque actual en la tradición para proponer otra idea radicalmente diferente del tiempo. Las ventanas que albergaban las horas en movimiento e los minutos progresivos apaciguaban un toque de hoja alado además de sofisticación, invitando a la audiencia a involucrarse íntimamente con el acto mientras tanto.
La reedición del Tank à Guichets en la colección Cartier Privé no es una simple reproducción; es una reinterpretación que respeta el espíritu original pero se beneficia de los avances técnicos actuales. Los diseñadores de hoy estudian los bocetos originales, analizan las proporciones, comprenden la visión detrás de cada creación y luego aplican su propia sensibilidad para darles nueva vida.
Cada modelo emblemático de Cartier cuenta una historia que se entrelaza con la cronología de la relojería. El Santos, creado para el aviador Alberto Santos-Dumont, fue uno de los primeros relojes de pulsera masculinos, marcando el fin de la era de los relojes de bolsillo. El Tank popularizó la forma rectangular, influyendo en innumerables diseños posteriores. El Panthère encarnó la elegancia felina y se convirtió en un símbolo de sofisticación femenina. Cada uno de estos relojes no solo marcó su época, sino que también sentó las bases para futuras innovaciones.
La reaparición del Tank à Guichets nos recuerda la audacia pionera de Cartier y su constante búsqueda de nuevas formas de expresar el tiempo. Es un testimonio de la riqueza de sus archivos, un tesoro de ideas esperando a ser redescubiertas y reinterpretadas para las nuevas generaciones de amantes de la relojería. Al llevar en la muñeca un Tank à Guichets, no solo portamos un objeto bello y técnicamente fascinante, sino también un pedazo de historia, una conexión tangible con el legado creativo de una Maison que ha dejado una huella imborrable en la cronología del tiempo. Los archivos de Cartier siguen vivos, susurrando historias de magia y audacia que continúan inspirando el futuro de la relojería.
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