Montecristo es un nombre evocador, una “isla del tesoro” no lejos de la isla de Elba, un lugar poco contaminado y protegido donde el tiempo se ha detenido, para ser redescubierto en toda su belleza.
No es casualidad que Locman, una empresa orgullosamente italiana basada en la Isla de Elba y en Milán, la ha elegido como nombre para una de sus líneas más emblemáticas.
«Cuando miro por la ventana – explica Marco Mantovani, presidente de la maison – veo el mar y, al sur de Marina di Campo, la isla de Montecristo. Nací aquí y para nosotros que somos marineros siempre ha sido un mito, un hermoso lugar que ha sido patrimonio de la UNESCO durante muchos años, un parque integral que es inaccesible sin permisos especiales.
Dar este nombre a lo más alto de la colección era casi inevitable, al fin y al cabo, una de las cosas más bonitas de nuestra profesión es precisamente su capacidad para despertar emociones, no en vano incluso Dumas ha elegido la misma inspiración para su obra maestra literaria ”.
Por tanto, es natural que Locman eligiera la línea Montecristo para presentar su modelo esqueletizado, un punto de encuentro entre técnica y estética. El Esqueleto Montecristo, de hecho, tiene una caja de acero de 42 mm de diámetro y fondo de titanio y está compuesto por tres piezas: una estructura externa abraza los dos cuerpos centrales enganchándolos a la correa.
Las formas clásicas, que incluyen una caja rematada por un cristal plano y caracterizadas por las típicas asas con triple barra, se han hecho más delgadas y ergonómicas, con aberturas laterales que realzan el dinamismo del diseño y le dan al reloj una mayor ligereza.
Pero el verdadero protagonista es el movimiento Swiss Made, resultado de la colaboración entre la Escuela Italiana de Relojería y el atelier suizo Depa Swiss y equipado con una reserva de marcha de entre 60 y 72 horas. Esta importante autonomía de funcionamiento está garantizada por una masa oscilante de tungsteno bidireccional, tratada con pvd negro y Locman personalizado.
Skeleton es el primer modelo que adopta una tendencia que, estamos seguros, se consolidará cada vez más: la de mostrar a los aficionados a la relojería lo más posible cómo funciona y late el corazón de un producto.
Con este modelo de Montecriso la esqueletización concierne tanto al movimiento como a la caja y permite ver cada detalle. La enseñanza y el valor del diseño en la relojería, radica precisamente en la capacidad de aportar una ventaja técnica con la estética: la belleza es poder crear un mayor dinamismo en la forma y mejorar las prestaciones del producto.
Todo esto se deriva de la cultura del diseño italiano y del saber hacer italiano. No olvidemos que los italianos son grandes entusiastas de la relojería, un amor por la unión entre la micromecánica y los conceptos estéticos que se desarrollan en detalles que a veces son centesimales para obtener una sinergia perfecta.
Otro ejemplo es la corona atornillada, con triple junta tórica interna, que garantiza la resistencia al agua hasta 100 metros.