El mundo del automovilismo y la alta relojería comparten algo más que un simple gusto por la velocidad y la precisión. Ambos mundos parten de un entendimiento profundo de la ingeniería, donde cada fracción de segundo cuenta y determina la victoria y donde el diseño y la funcionalidad se fusionan para crear verdaderas obras maestras.
Hoy te voy hablar de la relación del automovilismo con los cronógrafos, la complicación más popular y apreciada por su estética. El convertirse en íconos de la cultura automovilística no es una casualidad, está respaldado por una rica historia.
Existen marcas reconocidas por sus cronógrafos como Breitling o Zenith, por cierto, en el caso de esta última tengo que hacer una pausa obligada para hablar de su lanzamiento del legendario calibre El Primero, presentado por primera vez en 1969 y su nombre hace referencia al primer calibre de cronógrafo automático del mundo. Gracias a su alta frecuencia puede cronometrar hasta décimas de segundo. Los modelos superiores cronometran centésimas e incorporan un tourbillon doble, ¡totalmente revolucionario!
El cronógrafo: un compañero esencial en la pista
En su esencia, un cronógrafo es un reloj con la capacidad de medir intervalos específicos de tiempo, lo que lo convierte en una herramienta indispensable para cronometrar vueltas en circuitos o medir tiempos precisos durante una carrera. Estos relojes no solo han sido compañeros de los pilotos, también con piezas claves en la historia del deporte automotor.
Los cronógrafos surgieron en el siglo XIX, pero fue en el siglo XX cuando su popularidad creció en el mundo del automovilismo. Al inicio, estos relojes se utilizaban en carreras como Le Mans o la Fórmula 1, donde los equipos de los pilotos necesitaban medir con precisión los tiempos de vuelta y realizar ajustes estratégicos. Con el tiempo, las marcas de relojes comenzaron a asociarse estrechamente con el automovilismo, diseñando piezas inspiradas en la velocidad y la adrenalina de las pistas.
Rolex y Daytona: una relación histórica
Si hay una marca que se ha convertido en sinónimo del automovilismo, es Rolex. El Daytona fue lanzado en 1963, fue creado específicamente para los amantes de la velocidad y el automovilismo. El nombre del reloj hace referencia a la famosa carrera de resistencia Daytona 500 y a la pista de carreras Daytona International Speedway en Florida.
Este reloj se diseñó con una funcionalidad orientada a los pilotos: su taquímetro en el bisel permite calcular la velocidad media en una distancia determinada, una herramienta esencial para los corredores.
El Daytona se convirtió rápidamente en un reloj de referencia para los pilotos de carreras, pero fue en 1980 cuando ganó fama global gracias a Paul Newman. El actor y piloto lucía su Rolex Daytona regularmente, y su versión personalizada del reloj (conocida como el “Paul Newman Daytona”) se convirtió en una de las piezas más buscadas en el mundo de la alta relojería.
En 2017, el Daytona de Paul Newman se subastó por más de 17 millones de dólares, consolidando su estatus como uno de los relojes más valiosos de la historia.
El TAG Heuer Monaco: un ícono del automovilismo
Uno de los cronógrafos más legendarios en el mundo del automovilismo es el Monaco de TAG Heuer Monaco, también se lanzó en 1969, el primer cronógrafo automático de caja cuadrada, lo que ya lo hacía destacar entre sus contemporáneos. Sin embargo, su salto a la inmortalidad ocurrió en 1971, cuando Steve McQueen, en su papel protagónico en la película Le Mans, decidió usar este modelo en la muñeca de su personaje. Este simple gesto convirtió al reloj en un símbolo del automovilismo, la velocidad y el estilo de vida aventurero.
No solo marcó un hito en la relojería, sino que también estableció un puente duradero entre el mundo de los autos y los relojes. Hoy en día, sigue siendo una pieza codiciada por coleccionistas y fanáticos del automovilismo.
Omega y la Fórmula 1: precisión en cada milésima de segundo
Otra marca que ha dejado una huella en el automovilismo es Omega. Aunque es más conocida por su asociación con la NASA y el Speedmaster, Omega ha sido el cronometrador oficial de numerosos eventos de Fórmula 1 a lo largo de su historia. En las décadas de los 70 y 80, la marca fue responsable de medir los tiempos con precisión en carreras que dependían de cada milésima de segundo.
El Omega Speedmaster Racing es un homenaje a esta larga relación con el automovilismo. Equipado con un cronógrafo de alta precisión y un diseño inspirado en los tableros de los autos de carrera, este reloj es tanto una herramienta funcional como un símbolo de la velocidad y la innovación. Su estética, que combina toques de color vibrante y una robusta caja de acero, lo convierte en una pieza que conecta la historia de la velocidad con la relojería de lujo.
En cada carrera, en cada vuelta y en cada segundo que pasa, los cronógrafos siguen marcando el ritmo, recordándonos que, al igual que en el automovilismo, en la vida cada segundo cuenta.
Breitling y Bentley: una colaboración de lujo
Otra colaboración que ha dejado huella en la fusión entre automovilismo y relojería es la de Breitling con la legendaria marca de automóviles Bentley. Desde el 2002, ambas marcas han trabajado juntas para crear relojes inspirados en la elegancia y potencia de los autos Bentley. El resultado es una serie de cronógrafos que combinan la precisión técnica de Breitling con el lujo y estilo característicos de Bentley.
Uno de los ejemplos más destacados de esta colaboración es el Breitling for Bentley B06, que cuenta con un cronógrafo con una escala taquimétrica variable. Esto permite a los pilotos y conductores calcular la velocidad promedio, lo que añade una capa de funcionalidad a un diseño ya impresionante. Estos relojes no solo son piezas de lujo, sino también herramientas diseñadas para aquellos que viven y respiran la velocidad.
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